viernes, 27 de marzo de 2015

10.

No, no, ¡no! ¡Marcos! ¿Cómo ha llegado aquí? Ahora pensará que Sam y yo...¡No! ¡Esto no es justo! Yo le quiero a él y justo ahora...¿por qué no ha avisado? Quiero estar con él, quiero poder abrazarle, quiero ser en quien confíe y quien ame y ahora... ¡no! 
Empiezo a correr llorando dejando a Sam en el banco, sin entender nada. Corro y corro a punto de desmayarme por el maldito agotamiento, pero sigo corriendo, jadeando, llorando, siguiendo a esa persona que probablemente ahora me odie. Empieza a llover y sigo, llorando, me caigo al suelo y vuelvo a levantarme, sigo corriendo en busca de su perdón y por fin veo su sudadera azul. Su espalda apoyada en la pared, la capucha calada hasta los ojos, las manos en los bolsillos y el oscuro flequillo cayendo sobre su triste mirada. 
-¡¡Marcos!!
Se gira como si no me hubiera visto ni oído pero ya he visto las lágrimas rodando por sus mejillas.
-¡Marcos!,no es lo que parece...
Oh ¡vamos! Es lo peor que podía decirle, queda de excusa falsa. ¿Qué le digo? ¡Solo le quiero a él! No lo va a creer...¿Cómo lo explico? 
Me acerco a él llorando, le miro:
-Te quiero...
-No mientas-responde por primera vez dando a entender que si me ha visto.
-No estoy mintiendo, te quiero-digo entre sollozos con toda la sinceridad que se expresar.
-Cállate.
-Marcos, lo siento, no...no me gusta Sam.
-Déjame en paz-mira al suelo haciendo que no existo.
Le miro, veo el dolor en sus ojos "lo siento" es todo lo que se me ocurre decir pero... Con eso daría a entender que Sam me gusta, que eso es lo que siento y no es así, siento que pareciera eso.
No me mira y yo sigo con la mirada clavada en sus ojos, en las amargas lágrimas que se derraman. Oigo su suave respiración y la mía agitada, sus latidos del corazón acelerados y la lluvia que cae. Me mira, con odio, con amor ¿cómo es eso? Ambos sentimientos confluyen en un punto, en su mirada, ambos dedicados a mi. 
Casi inconscientemente me pongo de puntillas con lentitud, me acerco a él mientras llora y no entiende. Yo sigo teniendo las mejillas empapadas pero ya no lloro, rozo mis labios con los suyos y le beso, con todo el amor y el arrepentimiento que siento. Él no me corresponde pero tampoco se mueve, siento sus lágrimas en mis mejillas mezcladas con las gotas de lluvia. Me abraza, me besa, descarga todo en el beso, descarga amor, pasión, descarga todos esos "te echo de menos" y esos llantos a distancia, descarga el rencor y el odio que le he hecho sentir. Respiro y le miro a los ojos llorosos, brillantes, preciosos. 
-Lo siento.
-Ya...
-Te quiero-susurro.
-No estoy seguro de si debo confiar en tus palabras- dice frío, dejándome sola bajo la lluvia.
Suspiro y me echo a llorar sin moverme, me da igual el frío, me da igual la lluvia, me da igual la gente, me siento estúpida y me odio. Empiezo a andar sin un rumbo fijo, vagando por calles que no había visto nunca antes. Debería estar en el instituto, quizá ya hayan avisado a mi madre, eso también me da igual. El cielo está oscuro cubierto por nubes grises, empiezo a correr sin saber a donde voy, el pelo mojado me tapa parte de la cara y las lágrimas llegan a mis oídos por el viento, llego a un puente. Adiós Marcos, te amo. Adiós Sam, te odio. O eso creo... Adiós Ian, te quiero. Adiós mamá, lo siento.

jueves, 19 de marzo de 2015

9.

Llego al instituto. Otro día con Sam, sin Marcos. Otro día sin motivos para aguantarlo, solo por el pequeño rayo de esperanza de volver a ver a Marcos. Me siento en mi sitio al fondo de la clase, a mi pesar al rato se sienta Sam a mi lado.
-Hola- saluda como si no hubiera pasado nada.
No respondo y aparto un poco la mesa de la suya sin mirarle. En seguida empiezo a hacer dibujos en mi cuaderno tratando de no mirarle, él simplemente junta su mesa a la mía pero no me habla más en toda la clase. No vuelvo a apartarme, tan solo, porque ya ha llegado la profesora y no quiero que me haga ser el centro de atención pidiéndome que vuelva a juntarme a Sam.
Terminan las clases de la mañana y salgo al patio, genial no tengo con quien ir, genial... Voy al árbol al que solíamos ir Mao y yo. Lo escalo y me quedo ahí pensando en como han cambiado las cosas de golpe.
Noto un roce en el pelo y me giro:
-Hola- me dice Sam que ha subido a mi lado sin que lo note.
-Adiós- digo intentando ser borde a pesar de que tengo miedo, miedo de él.
-Lo siento, no sé que me pasó.
-Ja, ja, ja. Pues nada, lo hecho hecho está. Adiós-repito remarcando la última palabra.
-Kiara de verdad que lo siento-susurra con una mirada más sincera de lo normal en el.
-Ya...-respondo perdiendo poco a poco mi porte frío.
-¿Me perdonas?
-Claro, ¿cómo no te voy a perdonar?. Tan solo me acosaste en el pasillo. No es nada.- sonrío con sarcasmo.
-Perdón...-murmura acariciando mi cuello con una mirada de lobo; una mirada pasional, misteriosa y...terriblemente sexy; una mirada que ya conozco y que por muchísimo miedo que le tenga, de alguna forma me atrae. La misma mirada que tenía cuando me arrinconó en el pasillo.
-No...-aparto su mano débilmente, sin mucha convicción.
-¿Puedo besarte?- dice a su estilo, directo, sin rodeos. Y aún con esa mirada.
-¿Qué?- pregunto sorprendida-¡No!
-Pues lo siento, se que no te gusta que rompan tus normas- susurra echando su aliento en mi cuello.
Al instante estoy tumbada en una rama gruesa del árbol, mis muñecas sujetas contra la corteza por sus manos y sus labios presionando los míos. No puedo moverme, no solo por él, no solo porque me sujeta. No quiero...sentir sus labios...es...es en parte bonito y en parte  horrible. Me besa, y yo no intento moverme hasta que se aparta porque necesita respirar. Según se mueve me echo a llorar inevitablemente, Sam, ¡joder! Me acosa, me besa aunque le diga que no, le odio, ¡le odio! Pero aún así he sido incapaz de apartarme de él. Y además Marcos...¿por qué?¿Por qué se ha tenido que ir? No quiero seguir asi, odio a Sam y echo de menos a Marcos. Odio a Sam, odio a Sam, odio a Sam...¡Odio a Sam!
Y justo en ese momento siento sus brazos rodeándome, mi cara en su pecho y sus manos secando mis mejillas. Yo sigo llorando, no le abrazo pero me apoyo en él, intento evadirme del mundo, evadirme de todo.
-Lo siento- susurra a mi oído con una nota de sinceridad en la voz que jamás había oído en él.
Tan solo otro sollozo más fuerte sale de mi garganta...le...le odio. Creo.
Me da un suave beso en el oído, no puedo más. Me aparto de él y bajo rápidamente del árbol, echo a correr, no sé hacia donde. Salgo del instituto aunque aún quedan clases y en una esquina me apoyo en la pared para recuperar el aliento además de secarme las lágrimas. Caigo de rodillas, estoy totalmente agotada y tan solo he corrido unos metros. Mierda. SFC joder no me acordaba, llevaba un tiempo mejorando. El SFC es el síndrome de fatiga crónica, vamos que básicamente me canso enseguida. Estaba mucho mejor. Joder. Estoy de rodillas en el suelo respirando con fuerza y a punto de desmayarme. No, ¡no! Ahora no...
Siento que alguien me coge en brazos, pasa una mano bajo mis rodillas y otra por la espalda. Me lleva a un parque, a un banco y me tumba. Coloca mi cabeza en sus rodillas y deja que yo respire poco a poco mirándome, no sé quien es, solo puedo pensar en mi respiración, si no me concentro en eso dejaré de respirar y será mucho, mucho peor. Me da igual quien sea en realidad, solo se que me está ayudando.
Abro los ojos léntamente y veo a un Sam de mirada preocupada y leve sonrisa al verme abrir los ojos. Una sensación de terror se apodera de mi cuerpo y empiezo a respirar de una forma entrecortada y muy fuerte. Intento levantarme pero él sorprendido me lo impide. Cierro los ojos y respiro más lentamente, ansiedad, ya, nada más.
Vuelvo a abrir los ojos:
-Lo siento
-No te preocupes ¿qué te ha pasado?- me pregunta.
-Nada importante-murmuro. Levanto la vista y veo unos ojos desde detrás de un árbol. Unos ojos castaños que conozco desde hace muchísimos años. Unos ojos que amo, que me miran con sorpresa, con rencor y curiosidad, pero sobretodo con amor.

8.

Ian se ha ido con sus amigos así que estoy sola en mi habitación. No puedo más...Quería a Sam, luego me decepcionó pero seguía detrás de él y cuando por fin me doy cuenta de que quien merece la pena es Marcos se va. Y para colmo ahora Sam trata de volver conmigo, con mi permiso o sin él. ¡No es justo! Lo he perdido todo... Echo de menos a Marcos...he perdido a mis amigas, a mi mejor amigo, al chico que me gustaba...todo y...
Me levanto de golpe de la cama cogiendo el móvil que suena con la canción "Bleeding out" de Imagine Dragons. Mi canción favorita y sobretodo, la de Marcos. Descuelgo el teléfono:
-Hola-se oye la voz de Marcos al otro lado.
-¿M-marcos?-digo sorprendida.
-Si, ¿qué tal estás?
-E-eh...¿q-qué tal el viaje?
-Bien, Kiara, ¿qué ha pasado?
-Pues...nada importante-digo intentando que no me tiemble la voz-Sam me ha...bueno ha intentado digamos que..acercarse más a mi. Y te echo de menos.
-A ver déjame que lo entienda...¿Te ha...arrinconado?
-Más o menos...
-Ki...
Suspiro con la respiración entrecortada. Le echo mucho de menos. No puedo seguir así.
-Kiara...te quiero.
-Y yo a ti... no puedo estar así...sin ti.
-Te quiero, y te voy a seguir queriendo, siempre.
-Vale, tenemos que...volver a encontrarnos Mao...
-S-si-dice a punto de llorar- Volveremos a estar juntos...sin esta distancia que se lo carga todo...Kiara...t-te lo prometo.
-Entre los dos...lo vamos a conseguir- le respondo sorprendida por sus lágrimas.
Se oye un sollozo al otro lado de la línea y yo también me echo a llorar. Pasamos así un rato, escuchando los sollozos del otro, la respiración fuerte y los latidos acelerados.
-T-te quiero- murmura entre lágrimas.
-Y yo a ti-afirmo intentando sonar fuerte.
-No dejes que Sam se acerque a ti ¿vale? No quiero que sufras... y menos por alguien como él.
-Vale, y tu...no dejes que se te acerque ninguna chica. Bueno si pero a ser posible...no dejes que yo me entere.
-La única chica que quiero que se acerque a mi eres tú...-susurra aun con la voz entrecortada.
-Lo conseguirás...-respondo en el mismo tono- ¿juntos?
-Juntos-afirma.
-Te quiero
-Y yo a ti princesa, espérame, llegare allí algún día.
-Genial-sonrio con lágrimas en la cara-tengo que irme, lo siento-le explico mientras se oye a mi madre gritar que vaya a poner la mesa.
-Vale, te quiero, adiós.
-Adiós, yo a ti también.
Bajo corriendo a poner la mesa después de haberme lavado la cara y haberme puesto maquillaje para que no se note el rojo de mis ojos. A pesar de todo, Ian, que acaba de llegar a casa, me mira desconfiado, sabiendo que ha pasado algo.