jueves, 19 de marzo de 2015

9.

Llego al instituto. Otro día con Sam, sin Marcos. Otro día sin motivos para aguantarlo, solo por el pequeño rayo de esperanza de volver a ver a Marcos. Me siento en mi sitio al fondo de la clase, a mi pesar al rato se sienta Sam a mi lado.
-Hola- saluda como si no hubiera pasado nada.
No respondo y aparto un poco la mesa de la suya sin mirarle. En seguida empiezo a hacer dibujos en mi cuaderno tratando de no mirarle, él simplemente junta su mesa a la mía pero no me habla más en toda la clase. No vuelvo a apartarme, tan solo, porque ya ha llegado la profesora y no quiero que me haga ser el centro de atención pidiéndome que vuelva a juntarme a Sam.
Terminan las clases de la mañana y salgo al patio, genial no tengo con quien ir, genial... Voy al árbol al que solíamos ir Mao y yo. Lo escalo y me quedo ahí pensando en como han cambiado las cosas de golpe.
Noto un roce en el pelo y me giro:
-Hola- me dice Sam que ha subido a mi lado sin que lo note.
-Adiós- digo intentando ser borde a pesar de que tengo miedo, miedo de él.
-Lo siento, no sé que me pasó.
-Ja, ja, ja. Pues nada, lo hecho hecho está. Adiós-repito remarcando la última palabra.
-Kiara de verdad que lo siento-susurra con una mirada más sincera de lo normal en el.
-Ya...-respondo perdiendo poco a poco mi porte frío.
-¿Me perdonas?
-Claro, ¿cómo no te voy a perdonar?. Tan solo me acosaste en el pasillo. No es nada.- sonrío con sarcasmo.
-Perdón...-murmura acariciando mi cuello con una mirada de lobo; una mirada pasional, misteriosa y...terriblemente sexy; una mirada que ya conozco y que por muchísimo miedo que le tenga, de alguna forma me atrae. La misma mirada que tenía cuando me arrinconó en el pasillo.
-No...-aparto su mano débilmente, sin mucha convicción.
-¿Puedo besarte?- dice a su estilo, directo, sin rodeos. Y aún con esa mirada.
-¿Qué?- pregunto sorprendida-¡No!
-Pues lo siento, se que no te gusta que rompan tus normas- susurra echando su aliento en mi cuello.
Al instante estoy tumbada en una rama gruesa del árbol, mis muñecas sujetas contra la corteza por sus manos y sus labios presionando los míos. No puedo moverme, no solo por él, no solo porque me sujeta. No quiero...sentir sus labios...es...es en parte bonito y en parte  horrible. Me besa, y yo no intento moverme hasta que se aparta porque necesita respirar. Según se mueve me echo a llorar inevitablemente, Sam, ¡joder! Me acosa, me besa aunque le diga que no, le odio, ¡le odio! Pero aún así he sido incapaz de apartarme de él. Y además Marcos...¿por qué?¿Por qué se ha tenido que ir? No quiero seguir asi, odio a Sam y echo de menos a Marcos. Odio a Sam, odio a Sam, odio a Sam...¡Odio a Sam!
Y justo en ese momento siento sus brazos rodeándome, mi cara en su pecho y sus manos secando mis mejillas. Yo sigo llorando, no le abrazo pero me apoyo en él, intento evadirme del mundo, evadirme de todo.
-Lo siento- susurra a mi oído con una nota de sinceridad en la voz que jamás había oído en él.
Tan solo otro sollozo más fuerte sale de mi garganta...le...le odio. Creo.
Me da un suave beso en el oído, no puedo más. Me aparto de él y bajo rápidamente del árbol, echo a correr, no sé hacia donde. Salgo del instituto aunque aún quedan clases y en una esquina me apoyo en la pared para recuperar el aliento además de secarme las lágrimas. Caigo de rodillas, estoy totalmente agotada y tan solo he corrido unos metros. Mierda. SFC joder no me acordaba, llevaba un tiempo mejorando. El SFC es el síndrome de fatiga crónica, vamos que básicamente me canso enseguida. Estaba mucho mejor. Joder. Estoy de rodillas en el suelo respirando con fuerza y a punto de desmayarme. No, ¡no! Ahora no...
Siento que alguien me coge en brazos, pasa una mano bajo mis rodillas y otra por la espalda. Me lleva a un parque, a un banco y me tumba. Coloca mi cabeza en sus rodillas y deja que yo respire poco a poco mirándome, no sé quien es, solo puedo pensar en mi respiración, si no me concentro en eso dejaré de respirar y será mucho, mucho peor. Me da igual quien sea en realidad, solo se que me está ayudando.
Abro los ojos léntamente y veo a un Sam de mirada preocupada y leve sonrisa al verme abrir los ojos. Una sensación de terror se apodera de mi cuerpo y empiezo a respirar de una forma entrecortada y muy fuerte. Intento levantarme pero él sorprendido me lo impide. Cierro los ojos y respiro más lentamente, ansiedad, ya, nada más.
Vuelvo a abrir los ojos:
-Lo siento
-No te preocupes ¿qué te ha pasado?- me pregunta.
-Nada importante-murmuro. Levanto la vista y veo unos ojos desde detrás de un árbol. Unos ojos castaños que conozco desde hace muchísimos años. Unos ojos que amo, que me miran con sorpresa, con rencor y curiosidad, pero sobretodo con amor.

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