-Buenos días -suena una voz malhumorada.
-Buenos días -respondo a mi madre preparándome un café y recordando el día anterior- ¿dónde está Ian?
-Ya se ha ido.
-¿Al colegio?, ¿sin esperarme?
-Sí, aunque no al colegio de siempre.
-¿Qué quieres decir?
-Ha ido a un internado.
-¿Qué? -estoy segura de que lo he entendido mal.
-Ha ido a un internado -repite sin subir el tono de voz.
-¿Que, qué!? ¿¡Sin despedirse?! ¿¡Sin decirme nada?!
-Si, Alberto me dio la idea, aún es pequeño y no se porta demasiado bien, quiero que esté bien educado cuando crezca -explica seria.
-¡Pues aprende a educarle tú!¡Lo que quiere ese tío es deshacerse de nosotros cuanto antes!
-No hables así de él, sabes que le quiero y es tu padrastro.
-¡¡Me da igual lo que sea!! Ese hombre nos odia, ¡y a ti te da igual!
-Kiara... -trata de hacerme razonar.
-¡Déjame en paz!¡No quieres ni educar a tu hijo!Y a mi, la maleducada de la casa, ¡¡no me dices nada de que se va!!-cojo el café y salgo dando un portazo.
Intento asimilarlo mientras camino hacia el instituto, ni siquiera me salen las lágrimas, solo me da vueltas todo. Una imagen de Ian siendo arrastrado por Alberto hacia un coche que le llevará al internado no abandona mi cabeza, necesitaba haberme despedido al menos. Llego a clase y me siento intentando ser consciente de algo a mi alrededor pero soy incapaz, simplemente veo imágenes de Ian, mi odio por Alberto aumenta a cada segundo y empiezo a odiar de la misma manera a mi madre, ¿por qué está tan ciega? Ese hombre solo decide lo que ella tiene que hacer dejándose a si mismo la mejor vida posible y una mujer en la cama, es increíble que ella no lo vea.
Y mientras tanto Ian tiene que pagarlo, irse a un internado porque resulta que a mi madre le da pereza tratar de educarle al ver que conmigo ha fallado. Porque por supuesto el hecho de que quiera que mi hermano sea educado en un internado implica que odia como soy yo, mi forma de ver el mundo, mi desprecio hacia las normas y mi vida en general y no quiere que él acabe como yo. Eso sin contar con la influencia de su novio claro.
Desde que ese hombre se ha introducido en nuestras vidas mi madre no es la misma, se deja llevar por todo lo que él dice, me grita por todo, regaña a Ian por el simple hecho de quedar con sus amigos, parece que de pronto nos odiase. Y con él no es la mujer que era con mi padre, dulce y tímida. Es una fiera desesperada, el resto del mundo desaparece y ella se muere por el hombre que está destrozando su vida.
Unos brazos me sacuden con fuerza y de pronto veo esos ojos azules que tanto conozco y su boca diciendo algo que no escucho, giro rápidamente la cabeza y veo a toda la clase mirándome y un reloj por el que ha pasado más de una hora desde que lo vi por última vez. Me he indignado tanto que mi alrededor a desaparecido.
-¡Te llaman Kiara!- por fin oigo la voz de Sam.
-Ah -respondo aún ida mientras me levanto- voy.
-En la puerta de clase.
Me encamino hacia la salida con toda la clase mirándome y los ojos de Mario clavados en mi más que ningunos.
-¡Ki! -ahí está a quien necesitaba ver- ¿cómo estás?
-Bien, Mao, ¿y tú?
-Yo bien pero ¿y lo de ayer?¿Por qué tardabas tanto en salir?
-Me he quedado embobada lo que llevamos de clase, ¿qué paso ayer? y...¿qué haces aquí? ¿No tienes hoy clase?
-Mis padres me han dado permiso para quedarme unos días aquí, ¿cómo que qué pasó ayer? ¿No lo recuerdas?
-No - en mi mente se empiezan a mezclar las imágenes de Ian con las de ayer, con los ojos empapados de lágrimas de Mao bajo la lluvia, los ojos azules de Sam mirándonos con indiferencia después de habernos levantado, el puente, los brazos de Mao rodeándome, y millones más. La cabeza me da vueltas, creo que me caigo al suelo y de mis ojos empiezan a caer lágrimas.
Vuelvo a sentir los brazos de Marcos rodeándome pero esta vez para darme un abrazo, rodeo su cuello con mis brazos y él me coge levantándome en el aire y llevándome a nuestro árbol. Mis lágrimas siguen cayendo sobre su espalda pero no lo noto ya que estoy muy mareada y se me mezclan todos los horribles acontecimientos que estoy viviendo estos días.
Mao, en silencio, me sube al árbol y sube él volviendo a abrazarme en seguida. Trato de asimilar todo lo que ha pasado, Mao, Ian, Sam, Alberto, mi madre, demasiadas cosas, demasiada gente. Siento que me caigo del árbol, cierro los ojos y Marcos me sujeta sin dejarme caer.
- ¿Qué más ha pasado?
-Mi hermano, el puto novio de mi madre le ha enviado a un internado, sin decirme nada.
-¿¡Qué?!- Marcos le tiene mucho cariño- No puede ser.
-Pues es así Marcos, se quiere deshacer de nosotros y mi madre no se entera, no me acordaba de lo de ayer y se me están acumulando muchas cosas. Me he pasado desde que he entrado a clase soñando despierta, ¡ni siquiera estaba viendo la clase! Esto me está dando mucho miedo, quiero a mi hermano aquí y todo como era antes de que apareciera Alberto, antes de Sam, antes de que te fueras, antes de que leyeran mi cuaderno, quiero retroceder...
-¿Y antes de que te dijera que me gustabas? ¿Antes de haber besado a Sam? ¿De haberme besado a mi? ¿Antes de que tu hermano te cuidara como si fuese mayor que tú? Han pasado unas cuantas cosas buenas y tienes que centrarte en ellas.
-Pero... ¿Ian?
-Le vamos a buscar, y seguro que el estúpido de Sam se apunta encantado.


%2B11.09.39.png)
%2B22.36.39.png)
%2B13.11.30.png)
%2B13.11.40.png)
%2B22.29.50.png)